La hora de los consensos. Moreno o Saavedra. Urquiza o Rosas. Irigoyen o Alvear Perón o Balbín: antinomias como éstas nos han mantenido divididos a los argentinos a lo largo de nuestra historia. Este modo de abordar la realidad nos ha enfrentado a falsas opciones que tras un engañoso paisaje de senderos siempre bifurcados, nos ocultó la posibilidad de desarrollar un proyecto integral de país.
Sobre esta ilusión de dualidades excluyentes hemos concebido, en cambio, una sociedad fracturada cuyas divisiones se profundizaron con la crisis. Hemos trasladado esa visión también a nuestra política exterior, basada hasta hoy en planteos antagónicos tales como Alcavs. MERCOSUR o Exportaciones vs. Consumo doméstico.
Los resultados de nuestro tradicional abordaje de la realidad están a vista.
Si es que queremos construir un país de inclusión social, abandonar de una vez para siempre las falsas antinomias que históricamente han distorsionado nuestra visión y ceder lugar a los consensos. Porque sólo a partir de grandes consensos resultará posible reconstituir una matriz de valores e intereses comunes que defina nuestro perfil nacional.
El cambio no es fácil, pero si absolutamente posible.
Desde el punto de vista económico, se parte de un contexto global por demás complicado. A diferencia de los que ocurría en la década pasada, el mundo ya no mira a los países emergentes como una promesa para sus inversiones. Las sucesivas crisis, de México en ´95, el Sudeste asiático en el ´97, Rusia en el ´98, el Brasil en el ´99 y la Argentina en el 2001, se encargaron, devaluaciones y defaults mediante, de ahuyentar por largo rato a los interesados en colocar sus dineros en estas plazas. Frente a esta realidad, los únicos dólares disponibles serán aquellos que seamos capaces de generar a través de nuestro comercio exterior. De allí que la Argentina de los próximos años deba enfocarse hacia un crecimiento sustentado en la creación de divisas independientemente del esquema político que apliquen los gobiernos de turno. Necesitamos cambiar el modelo de crecimiento reorientándolo hacia una apertura exportadora.
Necesitamos, en definitiva, dar el tan postergado”salto exportador” que convierta las ventas externas en el motor de nuestro crecimiento económico y de nuestra inserción internacional en la senda del desarrollo sostenible.
Desde la Cancillería y con aportes intelectuales públicos y privados, hemos construido un modelo de gestión que nos permitió poner en marcha una nueva política comercial más agresiva y con un objetivo –en este caso, sí –excluyente: abrirle camino a la producción argentina en el mundo. La nueva política supera por completo las falsas opciones antagónicas. En primer lugar ha eliminado la conjunción disyuntiva “o”, que tantos desencuentros nos ha provocado; hoy negociamos la apertura de mercados en el Mercosur y en México, y en los Estados Unidos, y en la Unión Europea, y en Sudáfrica, y en China, en la India, y en todos aquellos países que busquen crear prosperidad a través de la integración comercial. Los resultados de estas gestión público –privada hablan por sí mismos: a través de la eliminación de barreras para nuestros productos se han abierto mercados por un valor que supera los 2500 millones de dólares anuales. En segundo lugar, la actual política exterior no implica en modo alguno dejar de lado al consumo doméstico, ya que las ventas externas e internas pueden y deben ir de la mano a la hora de plasmar nuestro crecimiento. Pero a no confundirse; dadas las presentes restricciones, la Argentina captará las inversiones que prioricen a los sectores con capacidad de generar divisas de forma cierta y permanente. Yen la selección de estos factores, así como en la identificación de los mercados y los rubros hacia los cuales orientar preferentemente nuestras exportaciones, es donde se torna evidente el rol fundamental que juegan los consensos.
Este libro pretende demostrar, a través de una experiencia en particular, que los antagonismos inconducentes pueden ser superados creando consensos transversales sobre los cuales construir una gestión que redunde en crecimiento para nuestro país. Escribí Exportar para crecer con la intención de narrar como fue gestado el consenso entre el Estado, los empresarios, los académicos y la sociedad civil, que hoy sirve de base y fundamento a la nueva política comercial.
En la creación de este modelo de gestión desempeño una labor decisiva la organización formada por los hombres y las mujeres que trabajan en la Cancillería. Se trata de un cuerpo profesional altamente calificado, con una gran calidad moral y una notable capacidad de adaptación al cambio, que le ha permitido a la organización incorporar un nuevo concepto de gerenciamiento que distingue “objetivos” de “agendas”. Su esfuerzo, sumado a los esfuerzos de todos los sectores públicos y privados involucrados en la nueva política, ha producido el cambio.
Hoy la organización muestra un perfil más acorde a los tiempos que corren. A través de la integración de todas las áreas de la Cancillería a la gestión y del re-entrenamiento de todos los funcionarios, el perfil de la organización ha sido redefinido como el de una institución que apunta a un objetivo primordial: reposicionar a la Argentina en el mundo a fin de que nuestros productores encuentren una demanda permanente para sus productos.
A comienzos de la gestión, muchos subsecretarios y directores se sorprendían con mis preguntas:¿Usted me va a hablar de procesos o de sustancia?, ¿Qué objetivos tiene la Argentina en el Mercosur para el siguiente año?. Mediante este proceso de autoanálisis, se logró que cada área tuviera un manual con los logros que se persiguen en cada uno de los escenarios donde negocia la Argentina. Finalizada la etapa de reorganización interna, la Cancillería se abrió al sector privado, a los estamentos universitarios y de investigación, al Parlamento y a la sociedad civil. Ya sea a través de consultas electrónicas o presenciales, todas estas organizaciones se han involucrado en la política de apertura de mercados que lleva adelante nuestro país.
Estos cimientos constituyen los pilares del nuevo enfoque exportador de la Argentina. Tanto el sector público como el privado han contribuido a la creación de los consensos que dan sustento a la actual política comercial, diseñada con el objetivo primordial de lanzar a la Argentina hacia el mundo. Mi agradecimiento a todos aquellos que han sumado a la gestión de esa nueva política integradora, conscientes de que nuestra tarea consiste en trabajar por un país más justo, más solidario, más rico en oportunidades para todos los que lo habitan. En definitiva: por un país que merezca ser vivido.
Martín Redrado