Este libro es un ensayo para no economistas, sobre los desafíos que enfrenta la Argentina. Luego de analizar las importantes transformaciones económicas realizadas durante esta década, nos encontramos frente a un punto de inflexión: o avanzamos hacia la construcción de una Argentina competitiva –es decir, que produzca con mejor calidad y a más bajo precio- o corremos e riesgo de echar por la borda los logros que tanto le han costado a toda la sociedad. Quizá la mejor manera de graficar este pensamiento es con la imagen de aquel barco que se hunde en el medio del mar, y el único sobreviviente no sabe nadar.
Tras la desesperación inicial, el náufrago logra controlarse y descubre que si no se mueve, flota. Pero no sabe cómo hacer para nadar sin hundirse. Por lo tanto, decide quedarse ahí en alta mar, esperando que alguien lo encuentre. Eso es el plan de convertibilidad: alguien que flota en el mismo lugar desde hace tres años, inmovilizado por el miedo de hundirse. El crecimiento es otra cosa; es animarse a nadar y llegar hasta la orilla. El desafío que viene es entender la pequeña diferencia entre nadar y salir a flote.
Usted encontrará en los primeros capítulos una recorrida por experiencias vividas a lo largo de mi carrera profesional. No se trata de una autobiografía ni de una selección antojadiza. Es la ilustración con ejemplos concretos de los conceptos necesarios para diseñar una agenda económica para el año 2000. Estos conceptos se van diagramando entre anécdotas que reflejan las limitaciones y vericuetos del poder político, para integrarse en los capítulos finales donde se establece un mapa de ruta de cara al futuro. Es una visión que construye sobre la convertibilidad, para darle respuesta a los sectores productivos. Pensar que son las grandes variables macroeconómicas (estabilidad fiscal y monetaria) generarán una Argentina vigorosa, integrada y exportadora es cuando menos, una ingenuidad. Más aún, cargar las culpas sobre los gobernadores, empresarios y trabajadores es eludir la responsabilidad de la segunda etapa de esta transformación económica y esto constituye una irresponsabilidad.
El desempleo, el déficit comercial y la crisis de las economías regionales son una realidad incontrastable que demuestra la necesidad de ingresar a una nueva etapa. Es preciso darle una respuesta a los trabajadores desplazados de la fuerza laboral a través de programas de entrenamiento y reentrenamiento para brindarles condiciones de progreso. Resulta insoslayable, además, discutir soluciones concretas al costo crediticio, de transporte, energético, impositivo y de exportar para permitir que nuestros productores sigan en carrera. Porque la inacción prolongará la agonía de muchos y conducirá al resto a la bancarrota.
Este libro se divide en cinco partes. El miedo a competir describe el nuevo mapa de la economía mundial y los valores necesarios para que el país compita con el éxito en ese escenario. Darle el poder a la gente demuestra que, con mayor protagonismo, autonomía y responsabilidad para los individuos, se logra incorporar los conceptos de competitividad y calidad de servicios en el sector público. ¿Puede ser popular el capitalismo? Es un repaso del proceso privatizador y de las presiones políticas vividas durante mi gestión. En Argentina Base Cero se comienza a repensar la función pública desde una nueva perspectiva, libre de prejuicios históricos. Por último, El fin de la inocencia revisa las causas del fracaso de los planes económicos de los últimos años y propone el salto de la convertibilidad hacia una nueva etapa.
Los últimos doce años de historia argentina pueden dividirse, a mi entender, en dos revoluciones: una revolución democrática basada en las libertades políticas y el respeto a los derechos humanos, y una revolución estabilizadora que derrotó la inflación y produjo un crecimiento desparejo de la economía. El aumento de las dos terceras partes del producto bruto interno se explica a través del crecimiento del sector servicios, es decir de bienes que no se exportan. Por delante queda una tercera revolución, la revolución competitiva, que integra a los sectores desplazados y que nos proyecta al mundo, sin depender pura y exclusivamente del ingreso de capitales. De las características que deberá tener esta revolución pendiente se trata en este ensayo, como un aporte a la discusión sobre lo que debe ocurrir en nuestro país.
A la hora de los agradecimientos, corro el riesgo de quedarme corto. Germán Frassa, uno de los mejores intelectos que descubrí luego de mi retorno en 1991, colaboró con intensidad en la tarea de investigación y sin su esfuerzo este emprendimiento hubiera sido difícil de cristalizar. Tampoco puedo dejar de mencionar mi agradecimiento a las ciento cincuenta personas que me acompañaron durante tres años de realizaciones en la Comisión Nacional de Valores. Sin su aporte, la transformación y el reconocimiento internacional del mercado de capitales argentino hubiera sido imposible.
A Roberto Alemann y Jeffrey Sachs, por sus enseñanzas sobre la rigurosidad fiscal. A Mario Vazquez, Manuel Solanet, Luis Palma Cané, Daniel Palenque Bullrich, Gloria Fernandez, Alejandro Di Capua, Mariano Grondona (h), Guillermo Gotelli, Jorge Corteza, Angel Perversi y Javier Tizado, por compartir esta pasión por construir una Argentina más competitiva. A Carlos Pérez, Roberto Barbosa, Gabriel Griffa, Eduardo Rueda y Victor Pérez Barcia, por sus agudos comentarios de perspectivas diferentes. A Gabriela Bolognese, por su paciencia para leer cada uno de los borradores y aportar ideas innovadoras. A Alfredo Iribarren, Norberto Spolanski, Jorge Barocela y Osvaldo Siseles, por su consejo certero y permanente.
A los investigadores de la Fundación Capital, más de 50 profesionales que trabajan en la elaboración de propuestas para resolver problemas concretos de nuestra sociedad, por su aporte crítico y abarcativo. A Adrián De Santis, Pedro López, María Eugenia Pellegrin, César Duarte, Roque Escalera y Ramona Sandoval, por quitarles horas de sueño para realizar este proyecto en tiempo casi récord.
Para la realización de este libro que usted tiene en sus manos fue fundamental el apoyo y la comprensión de los seres que amo. A mi esposa Ivana, por sus comentarios desde un punto de vista no economicista, que me ayudaron a hacer esta obra para todos, sin exclusiones. A mis padres, Beatriz y Félix, por crear en mí un espíritu de permanente superación personal.
A todos ellos –y a los que olvidé mencionar- muchas gracias.
Martín redrado.