Diario Pulso - Chile
Entre lo positivo, el ex presidente del banco central argentino menciona el acuerdo con los holdouts. Critica la falta de un plan integral de recuperación. "El propio Gobierno ha expresado que prefiere ir paso a paso y eso a mi juicio está generando un desgaste innecesario".
La recuperación de la independencia del Banco Central de Argentina es, para Martín Redrado, el principal hito en materia institucional de la administración de Mauricio Macri, ad portas de cumplirse el primer año de Gobierno. Él conoce de cerca la situación. En 2010, la entonces presidenta Cristina Fernández decidió removerlo por decreto del cargo de presidente del ente emisor (puesto que Redrado ocupaba desde 2004) luego que él se negara a que las reservas del banco fueran utilizadas para pagar la deuda del país.
El economista hoy preside la Fundación Capital, desde la cual asesora a organismos multilaterales como el Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento. Además, su relación de amistad con el ex candidato presidencial Sergio Massa, lo hace ser uno de los asesores a quienes el diputado y líder del Frente Renovador consulta de manera permanente. A juicio de Redrado, falta un plan ordenado con metas plurianuales que permita a los inversionistas tener más certezas sobre lo que viene en Argentina.
A un año de la llegada del Gobierno de Mauricio Macri, ¿cuál es su evaluación en materia económica?
-Sin duda lo más positivo es que en Argentina se respira un clima de tolerancia, de respeto, de fortalecimiento de las instituciones como no se veía hace muchos años. Eso es lo más positivo de este año de Gobierno, junto con la voluntad sobre todo presidencial de insertarse en el mundo, de tener una renovada presencia de Argentina en el plano internacional. Lo negativo es la falta de un plan económico sistémico que permita darle un horizonte a la economía argentina, y que ponga en marcha los motores del consumo, la inversión y el motor externo.
En el primer semestre usted planteó que si no se hacía este plan integral, Argentina estaría en un proceso de desgaste que podría consumir todo 2016. ¿Se trasladará hacia 2017 también?
-Lamentablemente la proyección se cumplió. Ya 2016 está jugado. La economía ha tenido una fuerte una recesión, el producto va a caer 1,5%, el consumo privado ha caído 3% en el año, ha caído salario real y lo más preocupante en el corto plazo es que, la falta de un programa sistémico está haciendo que la pregunta que nos hacen nuestros clientes sea cuándo Argentina toca piso, sobre todo las empresas de consumo masivo, que han visto sus números caer incluso en los últimos meses, aun con la estabilización de la tasa de inflación. El Gobierno, en este proceso de prueba y error está lanzando medidas para reactivar el consumo, pero esto lo hace corriendo por detrás de los acontecimientos. En 2017 habrá un rebote selectivo de la economía. Por lo tanto, tendremos un desempeño regular de la economía hacia delante.
Ante esa pregunta de cuándo la economía tocará fondo, ¿cuál es su respuesta?
-El sector que primero reacciona es el agro, que ha tenido una eliminación de los impuestos a la exportación, más la unificación cambiaria, lo cual ha hecho que productos como el trigo, maíz y en menor medida la soja, hayan reaccionado. Tendremos el próximo año una cosecha récord, probablemente un 30% por encima de la última cosecha, que había estado estancada en los últimos nueve años, en aproximadamente 100 millones de toneladas. Mi visión es que pasaremos a tener una cosecha de 130 millones de toneladas. Y cuando se reactiva el campo, se reactivan los sectores conexos, es decir, hay una mayor venta de agroquímicos, maquinaria, fertilizantes, vehículos utilitarios. Además, el hombre de campo cuando no invierte en su propio stock, lo hace en construcción, con lo cual, las ciudades de los alrededores también verán reactivado ese sector. Pero otros, como el textil o calzado todavía no verán un piso en el corto plazo y tendrán que esperar hasta bien entrado el segundo trimestre de 2017. En total, entre el primer y segundo trimestre del año que viene, todos los sectores tocarán piso.
Ud. critica la falta de un plan integral. ¿A qué se debe esta falta?
-Eso hay que preguntárselo al Gobierno, no a quienes no estamos en él.
¿Usted se lo ha planteado al Gobierno?
-Sí. El Gobierno convoca permanentemente a distintos referentes. Yo he estado varias veces. Entienden, escuchan el problema, pero después siguen con el mismo curso de acción. Es un Gobierno que busca oír a muchas voces, pero no sé cuánto escucha. Algunas cosas por ejemplo uno ve. Yo venía criticando mucho la falta de una política comercial que siguiera los pasos de un presidente que está muy activo en el plano internacional, pero que nos estábamos quedando en el marketing de la política exterior, sin darle sustancia a esta en términos de llevar adelante negociaciones comerciales que permitieran a Argentina tener una política mucho más activa, como ha tenido Chile. El propio Gobierno ha expresado que prefiere ir paso a paso resolviendo los problemas y es una metodología en la toma de decisiones que a mi juicio está generando un desgaste innecesario.
El Gobierno culpa en gran medida a la “pesada herencia” del kirchnerismo ¿Coincide?
-Por supuesto. La cantidad de distorsiones que tenía la economía argentina eran enormes. De ahí la necesidad de atacar todos los problemas al mismo tiempo con una visión más abarcativa. Desde el punto de vista económico, unificó tipo de cambio, pero sin un programa antiinflacionario, con lo cual hubo una estampida en términos de precios, que no estuvo contenida en un programa antiinflacionario que pudiera coordinar la política monetaria y fiscal para bajar la tasa de inflación. Eso deterioró el salario real y después vino el ajuste de las tarifas para eliminar subsidios de gas y electricidad. Después vino el acuerdo con los holdouts, todo fue con una visión paso a paso y eso no ha cambiado.
¿Cuál diría que ha sido la decisión más importante que ha tomado el Gobierno en materia económica?
-Desde el punto de vista institucional, haber recuperado la independencia del Banco Central sin duda es un hito. Siempre prefiero los cambios institucionales. No hubo cambio legal, pero el accionar del Gobierno respecto al Banco Central, que se ve en las transferencias del Banco Central a la Tesorería: han caído en términos reales, y que plantean una trayectoria descendente hacia el año que viene. Esto marca un cambio institucional fundamental, dado que la independencia se había perdido en 2010. Ahora, si me preguntas por una sola medida, la resolución del default y terminar la litigiosidad que tenía Argentina en materia de relaciones internacionales, pero valoro más la parte institucional.
¿Por qué no llega la inversión?
-Porque el Gobierno no le da una trayectoria a las principales variable que maneja. No hay una trayectoria clara en gasto público proyectado de manera plurianual, y eso genera incertidumbre. Las empresas necesitan un horizonte. A mi juicio debiera haber un programa con metas plurianuales, con rendición de cuentas trimestrales en gasto público, emisión monetaria, políticas de ingresos, de precios y salarios, de políticas de inversión pública. Hay un wait and see, hasta que se vayan estabilizando todas las variables, porque el Gobierno no da un horizonte que permita mirar hoy más allá de 2017.
¿Dónde ve la economía de Argentina en cinco años? ¿Qué tan importante será como actor en la región?
-Argentina va hacia ser un país normal en la región: con sistema bipartidario, donde haya cambios y recambios pero no se salga de líneas principales en materia de política exterior y de políticas económicas. Aspiramos en cinco años tener una economía que crezca de manera constante y sustentable alrededor de 4,5% o 5% con una inflación de un dígito, con instituciones que empiecen a mejorar y a funcionar, con independencia de poderes, y dentro de la región siendo un factor de equilibrio junto con los distintos países y espero que estemos trabajando en mayor integración. América del sur y Latinoamérica en general tiene un déficit en infraestructura y ahí hay mucho que hacer para mejorar la competitividad de nuestros productos, para bajar los costos.
María Namur